05:00 AM 26/06/2013 Escola de vela, Burrifornia.
Allí se dan cita tres individuos de Onda (Angel, Carolina y Lluís) y dos
de Borriana (Pepe y Fermín), todos ellos burrifornianos de corazón.
Si bien las legañas y las diminutas aperturas oculares son las propias
de esas horas, no podemos decir lo mismo de los ánimos, exultantes ante
la aventura que emprenden: atravesar la península de punta a punta para
pasar 7 días por tierras gallegas, participar en el primer Malpica
Longboard Classic y surfear el resto de días en algún bonito lugar
recomendado por sus anfitriones. Ni en los mejores sueños de estos cinco mediterráneos, se cumpliría tan bien el guión.
Vista del equipaje principal y secuencias de las paradas del viaje de ida. |
14
horas de viaje en una vieja furgoneta pueden parecer muchas, pero
cuando están trufadas de divertidas anécdotas, sesudas conversaciones
sobre surf clásico, 2 cds rebosantes de delicioso instrosurf que el Capitán Surfocker preparó para la ocasión, bocatas y alguna birra, pasan
como una exhalación.
Así, sobre las 7 de la
tarde, estamos en Malpica. Llegamos a la playa, la cosa está fea y
desfasada, pero ninguno de los cinco lo duda, no hay mejor forma de estirar
las piernas que un bañito.
Al salir nos
encontramos con Dani y Jose, dos de los organizadores del evento, que nos
ponen en situación. El desfase se debe al viento de noreste, que irá
bajando durante el fin de semana y nos indica dónde cenaremos. Para hoy,
¡¡¡ cervecita y barra libre de jurelitos por 2 euros!!! Esto da paso a una
noche donde se producen los primeros y efusivos reencuentros, como el
de Alvaro Urkiza, que tras una odisea con su tablón, llegaba por fin a
Malpica y... bueno, ya se sabe lo que tienen estos reencuentros...
algún jurelillo salió por donde entró.
Al
despertar, el cuerpo, nos pide surf, la Praia Area Maior de Malpica, que
será el epicentro del festival y frente a la cual hemos dormido, sigue
ventada. Nos indican como alternativas dos playas resguardadas del noreste, la vecina praia de Beo y por primera vez oímos hablar de un
lugar un poco más lejano, con un halo legendario, de entorno paradisíaco,
difícil de encontrar, donde los locales, a fin de preservar su edén
particular, pintaban las señales y luego... ¡¡¡las tumbaban!!! Donde algún
extranjero, cautivado por el lugar, cual moderno Pulgarcito, decidió
dejar un rastro que seguir para su próxima visita, sustituyendo las
migas de pan por un bote de pintura amarilla agujereado y donde, por supuesto hay unas olas increíbles.
A pesar de tan tentadora descripción, se impone el pragmatismo. Hay
que volver a Malpica antes del anochecer para establecernos en la zona
de acampada del festival y nos decidimos por la cercanía de Beo. Allí
pasamos un día estupendo, sonaron las guitarras, les dolçaines y disfrutamos de dos sesiones glassy, con ola rodillera, pero con fuerza, que nos dejaron satisfechos a todos.
Surfin' en Beo. |
Zona de acampada. Fotos 1,2,3 Pepe "instagramer" Birra. Foto 4 Lluís |